lunes, 23 de diciembre de 2013

Carrera Popular Villa de Aranjuez

Este es un post diferente a los habituales que escribo. Tengo la mala costumbre de establecerme (ambiciosos) objetivos deportivos que, además, casi siempre alcanzo. Pero claro, en esto del deporte no se regalan los resultados sino que se “fabrican”. A veces lo veo como cocinar: uno selecciona los ingredientes que necesita, los va preparando para usarlos y los va empleando en su orden y tiempo hasta obtener el producto final que, a menudo, es algo efímero. Para colmo, puede ocurrir que ese producto final no resulte lo esperado, le falta sal, le falta cocción, le sobran especias…

Ayer me ocurrió algo similar cuando conseguí llegar a meta superando mi mejor marca en 10 kilómetros, algo a tener muy en cuenta, pero tras una carrera en la que no disfruté, en la que no fui cómodo. Para mí quedarán las causas y los porqués de lo que pasó durante aquellos 41 minutos, y seguro que será un análisis en profundidad en cuanto me reúna conmigo mismo unos minutos, pero me queda la sensación, volviendo al símil gastronómico, de que a mi producto final, que no es más que mi tiempo al llegar a meta, se le podían aplicar ciertos matices. Quizá me esté volviendo un poco gourmet, por supuesto dentro de mi nivel como deportista popular, y empiece a ser demasiado auto-exigente, quizá deba seguir valorando los esfuerzos y los méritos por encima de los resultados, como siempre hice, y dejar de lado los objetivos exigentes. Ya veremos.

Sobre la carrera debo decir que cada año veo más corredores y más animación, lo que exige una mejor organización por parte del Club Marathón Aranjuez, algo que a mi entender consiguen sin problema, aunque me moleste tener que desplazarme 2 veces hasta Aranjuez, ya que vivo a 90 km de allí, por la imposibilidad de recoger el dorsal el mismo día de la carrera si no te quedas a comer después en determinado restaurante. No obstante es un placer poder participar en una carrera popular en un entorno tan bonito y cuidado como la Villa de Aranjuez y el Jardín del Príncipe.


De todas formas me quedo con la satisfacción de haber llegado a meta una vez más y con el cariño de mi club de fans que me esperaba con los brazos abiertos al llegar a casa. ¿Hay algo mejor?

domingo, 27 de octubre de 2013

Medio Maratón de Valencia

Recién llegado al hotel me cruzo con el grupo de atletas africanos que estaban allí para ganar la carrera, lo llevan escrito en la cara.

El sábado amanece soleado y con temperaturas casi veraniegas y me doy un paseo hasta la feria del corredor para recoger el dorsal. Una feria ubicada en uno de los tinglados del puerto de la Copa del América de Valencia. Bien organizada, fácil y rápida la recogida de dorsales. El resto del día actividades familiares, infantiles y gastronómicas.

He llegado hasta aquí tras varios de meses entrenando exclusivamente para esto. Meses en los que he olvidado cualquier otro deporte para centrarme en bajar mi mejor marca en la distancia.

Cuando suena el despertador a las 7:41 del domingo no tenía yo el cuerpo para fiestas después de una mala noche de dar vueltas en la cama, sobre todo por los nervios (supongo) de saberme capaz de hacerlo bien y por no defraudarme a mí mismo. Empiezo el protocolo habitual de preparación previo a cualquier carrera o entrenamiento, aunque esta vez lo hago junto a mi hermano, y enseguida estoy listo aunque con muchas dudas mentales.

Tras el calentar nos deseamos lo mejor y  nos separamos al colocarnos en los cajones de salida. Son momentos de preparación mental. Durante unos segundos consigo aislarme del bullicio que me rodea, la gente, los gritos, la megafonía, la música, para concentrarme en mis propias posibilidades.

¡Salida! Empiezo la carrera bastante suelto y centrado en buscar mi sitio sin hacer zigzags ni sobreesfuerzos para guardar energías. Enseguida me voy sintiendo cómodo aunque los primeros kilómetros son irregulares y tras 9 minutos de subida empiezo a buscar mi ritmo. Aprovecho que el perfil se vuelve plano en la zona de El Cabañal para unirme a un grupo que pretende 1h30’ pero enseguida veo que no es mi ritmo y les dejo ir. Tras pasar el km 10 tengo la primera alegría de la carrera al ver a “mis gente” animarme y, tras chocar la mano con todos, una emoción se apodera de mí que afecta momentáneamente a mis piernas.

Sigue la carrera y enfilamos en paralelo al río hacia el centro cuando tengo mi primera crisis de confianza entre el km 12 y el 14 pero un poco de autoestima me hace recapacitar y sobreponerme (¡se puede!). La satisfacción de pasar por el centro de Valencia me hace más amenos los siguientes kilómetros hasta que poco después enfilo de nuevo junto al río para encarar los últimos 4 km. A pesar de no haber conseguido un ritmo constante durante toda la carrera, lo que me resta un poco de las energías que tengo guardadas para el final, decido poner ya toda la carne en el asador a sabiendas de que voy dentro del tiempo previsto.

 
Según me acerco a la última parte empiezo a ver mucha más animación y justo al comienzo de la recta final vuelvo a encontrarme con el club de fans (Alba, Eva, Marina, Lucía, Iván, Diego, Isabel y Pilar) que me inyectan otro balón de oxígeno para llegar a meta con ese tiempo tan ansiado y trabajado.

Ya solo queda certificar el gran día esperando en meta a mi hermano para rendirle todos los honores que merece al finalizar por primera vez una media maratón y con un esfuerzo titánico. ¡Felicidades! Mérito tuyo y orgullo mío.



Por último, quiero dar las gracias a Urtzi por haberme guiado en esta aventura y por haberme mostrado de lo que soy capaz.

martes, 3 de septiembre de 2013

Deporte y valores



¿Cuántas veces hemos visto comenzar una gran obra con la colocación del primer ladrillo? En el deporte todo el mundo ha comenzado desde cero y ese principio no es fácil para nadie, ya que existen muchos elementos, propios y ajenos, que lo complican. Sin embargo también hay otros descubrimientos que consiguen convertir las complicaciones en factores de compromiso para seguir adelante. Y es que el deporte nos enseña y nos forma en algo tan fundamental y tan sano como son los valores.

Tanto en deportes individuales como en deportes de equipo aprendemos a apoyarnos en los que tenemos cerca para que nos ayuden a “crecer” y a superar cada reto que se presenta, ya sea uno de los primeros entrenamientos o el más importante de los desafíos.
Constancia, superación, perseverancia, esfuerzo y sacrificio son solo algunos de los valores que aprendemos con el deporte y que después podremos aplicar en nuestra vida no deportiva, pero quizá uno de los más grandes, uno que desarrollamos desinteresada y altruistamente es la solidaridad.

El pasado 24 de agosto 7 deportistas no profesionales, Paco, Fernando, Dani, Mamen, Alejo, Torre y Julián, cruzaron a nado desde Mallorca hasta la Isla de La Cabrera, en total 20 kilómetros. ¿La razón? SOLIDARIDAD. Una larga y costosa travesía no exenta de peligros con el único objetivo de recaudar fondos para la fundación Un juguete, una ilusión (@1brazada1cent). Bravo por ellos y bravo por enseñarnos que su esfuerzo y su sacrificio sirvieron para llegar a meta y hacer felices a mucho niños.

lunes, 24 de junio de 2013

Tri-Cross Las Encinas

Sábado 7:45: me levanto con mariposas en la tripa y cansado de dar vueltas en la cama, y es que llega la prueba por la que he estado entrenando tanto: el Tri-Cross Las Encinas.

Hace ya tiempo que tenía en mente hacer un triatlón y con mucha ilusión me inscribí en éste. Además se unieron otras razones como la cercanía a casa, lo asequible de las distancias y el relativo conocimiento del club donde se desarrolló la prueba.

Hace una mañana preciosa de sol y calor. Llego con tiempo de sobra, recojo el dorsal y me acerco a la zona de boxes para echar un primer vistazo al lago y al circuito. Es inevitable fijarse en los que hay alrededor: vaya bicis, vaya monos y vaya cuerpos. Tengo la sensación de estar en una prueba de mucho nivel.

Tras dejar todo el material en el box y un pequeño calentamiento me voy acercando a la zona de salida del lago. Hay 4 salidas con 2 minutos entre cada una. Salgo el la última, que es la de los debutantes.

SWIM: Me coloco en primera línea de la plataforma pero un poco lateral para no meterme en la vorágine del centro. Bocinazo de salida, salto al agua y cuando salgo….¡no puedo nadar! No sé qué me ocurre pero ni brazos ni piernas me funcionan, soy un bloque, una sola pieza sin articulaciones que trata de moverse de la mejor manera para ir avanzando. No entiendo nada. Los que salen detrás de mí siguen avanzando, algunos a costa mía, y yo que no avanzo y sigo sin poder nadar. Trago agua y empiezan a pasarme por la cabeza algunos malos pensamientos (sigo, no sigo, qué hago aquí, me vuelvo, grito, venga, son solo 700 metros, estoy preparado de sobra, tú sabes, ve poco a poco). Me noto el pulso altísimo y veo que ya soy uno de los últimos. Soy consciente de que la situación no es buena pero tengo que tomar una decisión porque la carrera está en marcha y decido seguir, cueste lo que cueste. Sin enterarme he avanzado ya unos 100 metros y me pongo manos a la obra hacia la primera boya. Consigo nadar algunos tramos ya mejor y poco a poco voy avanzando hasta que sin darme apenas cuenta llego a la parte final. Salgo del agua exhausto pero me reciben los ánimos de mi hermano y mis sobrinos que me empujan hacia boxes.

La transición la hago lenta para ir recuperando el resuello, me pongo mis cosas y salgo en bici para la segunda parte.

MTB: El recorrido de unos 14 kilómetros no demasiado técnico. Las pistas están muy secas, con mucho polvo y algunos tramos con arena y grava. Cada vez me voy encontrando mejor y más suelto de piernas, lo que aprovecho para ir recuperando algunos de los puestos que perdí en el agua. Hay algún tramo peligroso pero bien señalizado. Eso sí, para la próxima hay que avisar al pastor para que no haya sustos con las ovejas que pastan por allí. Y así llego de nuevo a boxes.

Esta transición ya es más normal, cambio de zapatillas, fuera casco, un trago de isotónico y a correr.

RUN: Son 2 vueltas a un circuito fácil, que comienza con ligera subida de asfalto. La dificultad está en el calor que empieza a apretar bastante. Por lo demás nada que reseñar salvo la sorpresa de mis sobrinos esperándome para entrar juntos en meta. Debe ser que notaron que iba desencajado.


Y aquí acaba la historia de mi primer triatlón, con un sabor agridulce por el mal trago en el agua (nunca mejor dicho) pero la satisfacción de haber llegado a meta y convertirme en un FINISHER.

lunes, 27 de mayo de 2013

Lesiones

No aguanto estar varios días sin hacer deporte. Y lo que es peor, creo que tampoco me aguantan los que tengo cerca. Y es que esa terapia deportiva, ese entrenamiento, es el combustible de mi motor y, si no me muevo, se va vaciando el depósito. En ese depósito hay ganas, voluntad, paciencia, ilusión, motivación y muchos otros ingredientes para trabajar, entrenar, ejercer las labores paternales, las familiares, y sin combustible la máquina no va igual de fina. ¡A mí me ocurre!

Circunstancias laborales, sociales o de cualquier otra índole pueden alterar o modificar tu planificación y obligarte a estar varios días sin poder entrenar que, por supuesto, terminas recuperando sin problema. Pero, ¿qué pasa con las lesiones? Dichosas lesiones. Una agenda laboral intensa, un viaje, un imprevisto social, todo eso es algo con lo que hay que contar y que no afecta demasiado, pero las lesiones vienen de repente, no se cuenta con ellas, generalmente no avisan y no se sabe cuanto tiempo van a quedarse.

Las lesiones son algo inherente a la práctica del deporte y hay que convivir con ellas de la mejor manera posible. Es en esos precisos momentos cuando hay que hacer uso de otras armas, como la paciencia o la actitud positiva. Lesión, diagnóstico y tratamiento para la recuperación. Y ese es el punto de partida, el día cero para la nueva planificación y ante eso no puedes ni debes luchar, simplemente adaptarte, enfocar tu mente, tu esfuerzo y tu energía a partir de ese instante en volver a estar bien.

Hay recuperaciones de un día, una semana, un mes o incluso de más tiempo, pero siempre hay que tener actitud positiva y centrarse en que el proceso sea lo mejor posible para retomar los retos pendientes, las próximas llegadas a meta.

lunes, 13 de mayo de 2013

Du-Cross Villanueva de la Cañada


Amanece un día soleado y con temperatura muy agradable y allá voy a Villanueva de la Cañada con mi bici para el Du-Cross, con el estomago un poquito encogido, después de 11 meses sin hacer una prueba de este tipo.
Llego enseguida, recojo el dorsal, dejo la bici en el box y hago un pequeño calentamiento de carrera continua y un estiramiento antes de acercarme a la línea de salida. Éramos 600 corredores según la organización.
Se guarda un emotivo minuto de silencio en homenaje a un deportista local, un joven fallecido hace 2 meses, y tras las desgarradoras palabras de su madre, se prepara la salida.
Salida para las chicas y 2 minutos después (11:07) los chicos.
RUN1: Según el GPS corremos 4,2 kilómetros. Empiezo con sensaciones raras, sin encontrarme cómodo. Tramos estrechos donde correr y adelantar no es sencillo. En el primer kilómetro encontramos unas peligrosas arquetas pero el resto del recorrido es más o menos cómodo y voy encontrándome mejor una vez que cojo velocidad crucero.
La primera transición es rápida, casco, cambio de zapatillas y a pedalear.
MTB: El circuito de 12,6 kilómetros (GPS mediante), sin grandes variaciones de perfil pero con algunos “dientes de sierra”. Aquí tengo buenas sensaciones desde el principio y voy rodando cómodo. Hay algunos tapones en las zonas más estrechas pero se solventan sin problema. Alguna caída y algún pinchazo pero por suerte yo me libro. Mucho polvo en el camino.
Llego a la segunda transición, que vuelve a ser rápida. Nuevo cambio de zapatillas, fuera casco, un trago de isotónico y a afrontar la última parte.
RUN2: Carrera de 2,5 kilómetros que comienza con extrañas sensaciones. Mis piernas corren sin que yo las mande porque de cintura para abajo creo que no que tengo el control. Observo que no soy el único que tiene ese problema al ver que algunos compañeros incluso se paran. El paso de bici a correr siempre me cuesta mucho. Poco a poco vuelven las sensaciones pero no corro muy cómodo, como si mis piernas estuvieran ya saturadas por el esfuerzo anterior. Por suerte es un tramo corto y sin dificultad.
Buena organización por parte de Du-Cros Series, buen ambiente en la carrera y buena bolsa del corredor.
Una vez más satisfecho del resultado y feliz por haber llegado a meta.

domingo, 5 de mayo de 2013

Motivación


¡Qué difícil es mantener la disciplina y la constancia para el entrenamiento! Cada día hay que encontrar la motivación para calzarse las zapatillas y realizar la sesión correspondiente para cumplir con el programa previsto, haga frío o calor, sea por la mañana, por la tarde o por la noche, hayas tenido un buen o un mal día.
Sí, a mí también me pasa, y a menudo tengo que convencerme a mí mismo para salir a entrenar. Me motivo con alguna música especial, me pongo la ropa para entrenar 1 hora antes de salir para ir concienciándome y algunas otras tretas que impidan que me lo salte.
A veces sales a entrenar con inapetencia, sobrecarga, estrés u otros “factores negativos” en tu cuerpo o mente pero según avanza el entrenamiento te hace pensar en ese momento, en ese camino o en ese lugar por el que vas, en cómo van respondiendo tus piernas, en si el ritmo que llevas es el adecuado, y consigues liberarte de esos factores sin darte cuenta. Te centras en el propio entrenamiento y además de cumplir con el programa vas haciendo terapia.
Hay algo que procuro cumplir cuando tengo uno de esos días en los que las piernas no te van o tu cuerpo está cansado o con malas sensaciones: procuro a toda costa cumplir con el plan previsto. Quizá baje el ritmo de carrera o busque un recorrido más favorable o con mejores vistas, lo que sea menos parar y/o no completar con lo que estaba previsto, aunque cueste. ¿Por qué lo hago? Simplemente porque llegar a casa después de ese mal día de entrenamiento y pensar que lo he completado me produce un gran placer, aumenta mi autoestima y además me sirve como motivación para el día siguiente.
Hay que buscar la motivación donde sea, incluso en los malos momentos, porque es un factor fundamental para el entrenamiento.

jueves, 25 de abril de 2013

Empiezo este blog que lleva por título algo muy significativo para mí. Y es que “llegando a meta” no es únicamente una expresión, es algo más, son sensaciones, emociones, esfuerzos, es transformar un trabajo de muchas horas en unos pocos minutos.
Llevo muchos años en el mundo del deporte aficionado y ese título no siempre significó lo mismo. Al principio era algo más vacío y se ha ido llenando con la experiencia, he ido aprendiendo a darle un contenido en base a mi evolución física y mental y a mi madurez.
Nunca destaqué en ninguno de los deportes en los que participé aunque siempre fui un “catacaldos”. Comencé en el colegio con el atletismo (velocidad y salto de longitud), balonmano, voleibol y, cómo no, fútbol. Más tarde vino otro deporte que, sin tener nada que ver con todo lo anterior, caló hondo en mí, hasta el punto que empecé a practicarlo con 11 años y aún sigo en ello: el Judo. Los últimos deportes que se incorporaron a mi vida fueron el baloncesto, el ciclismo y la natación. Así pues, he ido alternando y simultaneando deportes a veces antagónicos que han condicionado y condicionan mis planificaciones semanales. Hoy por hoy solo me dedico a correr, nadar y, por supuesto, Judo. Además me toca incorporar la bicicleta de montaña para completar el siguiente reto que tengo en mente: el triatlón cross.
Considero que mi actividad física es fiel reflejo de mi actividad vital y van inseparablemente en paralelo puesto que la una sin la otra pierden todo el sentido.
Trabajo, familia y deporte son, por orden cronológico, mis ocupaciones diarias de lunes a viernes  y poder compaginarlas es el secreto de mi éxito.
Aquí comienzan a ser públicas mis sensaciones y mis progresos para alcanzar el objetivo, que no deja de ser otro que seguir llegando a meta.