Recién llegado al hotel me cruzo con el grupo
de atletas africanos que estaban allí para ganar la carrera, lo llevan escrito
en la cara.
El sábado amanece soleado y con temperaturas
casi veraniegas y me doy un paseo hasta la feria del corredor para recoger el
dorsal. Una feria ubicada en uno de los tinglados del puerto de la Copa del
América de Valencia. Bien organizada, fácil y rápida la recogida de dorsales.
El resto del día actividades familiares, infantiles y gastronómicas.
He llegado hasta aquí tras varios de meses
entrenando exclusivamente para esto. Meses en los que he olvidado cualquier
otro deporte para centrarme en bajar mi mejor marca en la distancia.
Cuando suena el despertador a las 7:41 del
domingo no tenía yo el cuerpo para fiestas después de una mala noche de dar
vueltas en la cama, sobre todo por los nervios (supongo) de saberme capaz de
hacerlo bien y por no defraudarme a mí mismo. Empiezo el protocolo habitual de
preparación previo a cualquier carrera o entrenamiento, aunque esta vez lo hago
junto a mi hermano, y enseguida estoy listo aunque con muchas dudas mentales.
Tras el calentar nos deseamos lo mejor y nos separamos al colocarnos en los cajones de
salida. Son momentos de preparación mental. Durante unos segundos consigo
aislarme del bullicio que me rodea, la gente, los gritos, la megafonía, la
música, para concentrarme en mis propias posibilidades.
¡Salida! Empiezo la carrera bastante suelto y
centrado en buscar mi sitio sin hacer zigzags ni sobreesfuerzos para guardar
energías. Enseguida me voy sintiendo cómodo aunque los primeros kilómetros son
irregulares y tras 9 minutos de subida empiezo a buscar mi ritmo. Aprovecho que
el perfil se vuelve plano en la zona de El Cabañal para unirme a un grupo que pretende
1h30’ pero enseguida veo que no es mi ritmo y les dejo ir. Tras pasar el km 10
tengo la primera alegría de la carrera al ver a “mis gente” animarme y, tras
chocar la mano con todos, una emoción se apodera de mí que afecta momentáneamente
a mis piernas.
Sigue la carrera y enfilamos en paralelo al
río hacia el centro cuando tengo mi primera crisis de confianza entre el km 12
y el 14 pero un poco de autoestima me hace recapacitar y sobreponerme (¡se
puede!). La satisfacción de pasar por el centro de Valencia me hace más amenos
los siguientes kilómetros hasta que poco después enfilo de nuevo junto al río
para encarar los últimos 4 km. A pesar de no haber conseguido un ritmo
constante durante toda la carrera, lo que me resta un poco de las energías que
tengo guardadas para el final, decido poner ya toda la carne en el asador a
sabiendas de que voy dentro del tiempo previsto.
Según me acerco a la última parte empiezo a
ver mucha más animación y justo al comienzo de la recta final vuelvo a
encontrarme con el club de fans (Alba, Eva, Marina, Lucía, Iván, Diego, Isabel
y Pilar) que me inyectan otro balón de oxígeno para llegar a meta con ese tiempo
tan ansiado y trabajado.
Ya solo queda certificar el gran día esperando
en meta a mi hermano para rendirle todos los honores que merece al finalizar por primera
vez una media maratón y con un esfuerzo titánico. ¡Felicidades! Mérito tuyo y
orgullo mío.
Por último, quiero dar las gracias a Urtzi por
haberme guiado en esta aventura y por haberme mostrado de lo que soy capaz.