Son ya 4 meses entrenando con cierta irregularidad
por no estar en mi mejor momento. Me siento como en barbecho tras la “supercosecha”
del periodo 2014/2015 que ha agotado todos los recursos de mi terreno. Quizá
necesitaba esta parada biológica para que el cuerpo asimile de nuevo la
transición a la próxima aventura que quiero afrontar, ya que, eso sí, mi
cabecita no deja de pensar en nuevos retos.
Lo que para mí es cada vez más evidente es que el
deporte es un estado de ánimo y que se sustenta fundamentalmente en 3 pilares
básicos que deben estar en armonía para favorecer la práctica en las mejores
condiciones. Cuerpo, mente y entorno forman un tridente de energías
entrelazadas que manejan las circunstancias de cada día para conseguir el único
objetivo real que persigo: disfrutar con
el deporte.
Esta semana empiezo a poner las primeras piedras
del proyecto Picos de Europa que, si todo va como me gustaría, veré culminarse
el 14 de mayo en un entorno espectacular. Hace ya tiempo que quería un cambio
de disciplina y, tras la pequeña toma de contacto el pasado mes de junio, ahora
tengo la oportunidad de probarme en una carrera de mayor magnitud.
La intención es comenzar un periodo de vuelta al
entrenamiento –otra vez- que me aporte la base para después hacer una
adaptación al medio y poco a poco alcanzar el mejor estado físico posible que
me permita afrontar el reto.