domingo, 21 de octubre de 2018

La cuestión

Han pasado más de 2 años y aún me emociona leer el texto de la entrada del último reto. Ese trail por los Picos de Europa dejó hondas huellas en mí, y no solo físicas. Cada zancada que se avanza en ese medio natural es una lección aprendida de emoción, esfuerzo, solidaridad, compañerismo y pasión. Lección que deja poso para poder ser aplicada según se avanza por ese otro “trail” que afrontamos cada día.
El deporte ha sido, es y será uno de los pilares fundamentales que apuntalan y refuerzan cada una de las decisiones que tomo (incluso cuando yerro), una terapia reflexiva que hace que pase mucho tiempo conmigo mismo. A menudo me ocurría que, tras un entreno de tirada larga, volvía a casa habiendo tomado decisiones sobre temas domésticos o sobre otros asuntos pendientes. Cuántas veces habré escuchado al llegar a casa: “¿Qué has pensado hoy?”.

Ahora estoy en proceso de engancharme al deporte otra vez, haciendo un poco de muchas cosas y un mucho de nada y sin un objetivo concreto que no sea la salud (física y mental) y el bienestar propio. Siempre entrené con una meta a la vista y ahora me resulta complicado no buscar algún reto y quizá esa ha sido una de las razones por las que me costaba tanto volver a adquirir el hábito del entrenamiento semanal. Pero, ¿y si el camino para alcanzar el fin fuera el propio objetivo, sin necesidad de ir más allá? ¿Y si, simplemente, volver a practicar regularmente varias sesiones deportivas semanales se convirtiera en el objetivo? ¿Y si lo tengo delante de mis narices y no soy capaz de verlo? ¿Y si la lección que tengo que aprender es sobre adaptación?


Pues para buscar las respuestas a todas las preguntas voy a seguir recorriendo mi propio camino y voy a seguir reflexionando para así poder seguir llegando a meta.

martes, 24 de mayo de 2016

Trail Picos de Europa

Con tan solo 48 sesiones de entrenamiento, enormes ganas, mucha ilusión y la fundamental compañía de Mariano, emprendo esta aventura el 14 de mayo a las 9:15 de la mañana desde Benia de Onís, un precioso enclave asturiano que será testigo de la consecución de mi nuevo reto: 35 kilómetros y medio por todo tipo de terrenos y circunstancias. Quiero destacar en general la fenomenal organización, la buena señalización y los variados y generosos avituallamientos; y, en especial, gracias a todos los voluntarios.

Amanece tras una noche corta y de poco descanso. Urtzi nos acerca a Benia, hacemos un pequeño calentamiento y nos incorporamos a la zona de salida tan solo unos minutos antes de la hora señalada, que la organización cumple con total puntualidad. Somos casi 400 corredores en esta distancia.

Los comienzos son complicados porque a la dureza de la primera subida se le une la estrechez de la pista y el mal estado del terreno. Apenas se puede caminar durante los 2 primeros kilómetros en la parte de atrás del pelotón.

Llegamos sin novedad al primer avituallamiento y nos tomamos un respiro para afrontar lo que nos queda de subida para coronar La Berruga acompañados por la niebla. A continuación afrontamos el primer tramo con dificultad en la pequeña bajada que hay antes de comenzar el ascenso a Camba, que culmina con una “pared” vertical para llegar al segundo avituallamiento Ya hemos superado los primeros 10 kilómetros.

Con energías renovadas continuamos por un sendero pedregoso y una bajada estrecha y complicada en la que nos acompañan un grupo de terneros que bajan con mucha facilidad, justo antes de llegar a las bonitas y verdes praderas de Belbín. Desde aquí una subida por terreno en buenas condiciones hasta enlazar con la zona de los lagos de Covadonga para llegar al ecuador de la carrera. Atravesamos la antigua mina en la zona más turística y nos dirigimos hacia la orilla sur del lago Enol -pasando literalmente por ella de piedra en piedra- dándonos paso al ascenso a la Porra de Enol, que es el punto de mayor altitud (1269) del recorrido. Para mí fue también el punto de mayor debilidad tras 3 horas y 19 kilómetros desde la salida.

El descenso es muy técnico, con zonas resbaladizas, hasta llegar al aparcamiento de los lagos, donde tenemos un nuevo avituallamiento. Aquí nos tomamos algo más de tiempo para reponer fuerzas y recuperar para lo que nos vendrá más tarde.

Retomamos la carrera bajando por El Escaleru hacia nuevas praderas y una zona de transición, con muchísimo barro, hacia Entrepeñas. Llega el tramo más técnico, difícil y resbaladizo de todo el recorrido, unos 3 kilómetros con mucho barro, piedras, agua, terreno estrecho, en fin, para un novato como yo, muy estresante. Y con todo eso superado y con unas vistas preciosas de Gamonedo de Onís conseguimos llegar a Demués, donde reponemos líquidos y donde mi mente empieza flaquear (quiero terminar ya pero nos quedan casi 5 kilómetros).

 

Seguimos adelante en subida hacia Bobia de Arriba y ya veo un Everest en cada pequeño ascenso pero la ilusión de saber que estamos llegando y los ánimos de Mariano me llevan de nuevo por el último tramo técnico de bajada hacia Benia de Onís. Encontrar a la familia y amigos animándonos en la zona de llegada es tan emocionante y reparador que tengo la sensación de que voy 1 metro sobre el suelo, a pesar de llegar con las fuerzas justitas. Muchas gracias a todos (y sabéis quiénes sois) los que habéis contribuido a que haya conseguido llegar a meta en esta aventura tan especial.

jueves, 21 de abril de 2016

Riesgos populares

Desgraciadamente nos estamos acostumbrando a que, durante o después de carreras populares de cierta distancia y reputación, nos lleguen noticias de trágicos fallecimientos de alguno o algunos de sus participantes y me gustaría hacer una reflexión sobre este asunto.


Lo primero que me viene a la cabeza son los requisitos exigidos por parte del organizador para la inscripción a la prueba, que son básicamente tus datos personales, tu club si perteneces a uno, licencia federativa -si tienes- y el pago de la cuota, generalmente no barata. En función del tipo de prueba existe un límite de inscripciones o incluso se busca establecer un récord de participación con objetivos discutibles.

Cada vez más deportistas populares procuran preparar adecuadamente las pruebas en las que participan, con un buen entrenamiento físico, con pruebas de esfuerzo, llevando una dieta equilibrada, etc. Por eso mi reflexión va enfocada a esos DEPORTISTAS, con mayúsculas, que se preocupan por su salud y que tienen cierta experiencia. Pero resulta que todo eso lo único que hace es disminuir las posibilidades de que ocurra una desgracia de ese tipo, ya que, algunas patologías cardiovasculares son indetectables incluso por profesionales. Todos conocemos algún caso de deportista profesional obligado a abandonar su disciplina tras sufrir algún “susto” que luego no tuvo un diagnóstico claro. Por no hablar de otros que fallecieron súbitamente practicando su deporte y que habían superado con éxito los controles pertinentes. Y hablo de deportistas con un auténtico equipo de profesionales reputados a su servicio que lo único que pueden hacer es descartar ciertas patologías pero sin llegar a detectar el verdadero origen del mal.

Por otro lado, existen también factores influyentes, normalmente de origen externo, en forma de sustancias estimulantes que, al usarlas, provocan que no actúen los mecanismos de alerta que posee el cuerpo ante sobreesfuerzos o circunstancias anómalas, lo que podría llevar al deportista a sufrir los citados accidentes cardiovasculares.

He querido remarcar estos aspectos negativos que pueden contribuir a que algo salga mal, pero siempre hablando de gente preparada. Ni que decir tiene que con deportistas menos preparados o con una preparación nula los riesgos se multiplican.


Por favor, tomemos en serio el deporte, la vida sana, la preparación para los esfuerzos y, sobre todo, disfrutemos haciéndolo porque nos proporcionará muchas satisfacciones y será un gran aliciente para que en futuros retos sigamos llegando a meta.

sábado, 5 de marzo de 2016

Desde dentro

Son ya 4 meses entrenando con cierta irregularidad por no estar en mi mejor momento. Me siento como en barbecho tras la “supercosecha” del periodo 2014/2015 que ha agotado todos los recursos de mi terreno. Quizá necesitaba esta parada biológica para que el cuerpo asimile de nuevo la transición a la próxima aventura que quiero afrontar, ya que, eso sí, mi cabecita no deja de pensar en nuevos retos.

Lo que para mí es cada vez más evidente es que el deporte es un estado de ánimo y que se sustenta fundamentalmente en 3 pilares básicos que deben estar en armonía para favorecer la práctica en las mejores condiciones. Cuerpo, mente y entorno forman un tridente de energías entrelazadas que manejan las circunstancias de cada día para conseguir el único objetivo real que persigo: disfrutar con el deporte.

Esta semana empiezo a poner las primeras piedras del proyecto Picos de Europa que, si todo va como me gustaría, veré culminarse el 14 de mayo en un entorno espectacular. Hace ya tiempo que quería un cambio de disciplina y, tras la pequeña toma de contacto el pasado mes de junio, ahora tengo la oportunidad de probarme en una carrera de mayor magnitud.

La intención es comenzar un periodo de vuelta al entrenamiento –otra vez- que me aporte la base para después hacer una adaptación al medio y poco a poco alcanzar el mejor estado físico posible que me permita afrontar el reto.

Agradezco el apoyo y la paciencia de Urtzi y Pilu en mis mejores-peores momentos porque al estar pendientes de mí me aportan ese extra que a veces necesito

lunes, 28 de septiembre de 2015

Trail Ruta del Cobre

Quería añadir esta entrada dejando pasar un tiempo -quizá no tanto- para tener un poco más de perspectiva sobre lo acontecido ese día.

Vaya por delante que fue la primera toma de contacto real con una prueba de este tipo, que es a lo que quiero dedicarme a partir de ahora.

Tras haber finalizado la preparación para el maratón, decidí, una vez "recuperado", prolongar un par de meses más los entrenamientos para probar la montaña con una prueba muy asequible y al lado de casa. Ya notaba yo que me faltaba la frescura habitual y por eso estuve más centrado en la adaptación al nuevo medio que en el entrenamiento de la prueba en sí.

Llega el día 21 de junio, me levanto y me acerco andando hacia la zona de salida. Son las 8:30, hace calor y más hará según avance el día. Hay un gran ambiente pues se celebran 3 pruebas en la mañana, un trail y dos MTB.

A las 9:15 se da la salida, somos unos 300, y comienza una ascensión de casi 2 kilómetros que ya provoca una primera criba, especialmente los últimos 300 metros. Primer tramo de bajada, largo y necesario para que las piernas recuperen, y primer avituallamiento antes de afrontar una larga y sinuosa subida de unos 3 kilómetros, con la dificultad añadida de un recorrido por un sendero muy estrecho en el que había que ir de uno en uno. Hay que decir que la indicación para entrar en el sendero no fue muy acertada, lo que provoca varias equivocaciones. El calor empieza a apretar demasiado cuando el camino se abre y se pasa por una antigua mina de Cobre (de ahí el nombre de la carrera).

Comienza una zona de tránsito con un pequeño tramo más técnico y con algún pequeño salto que hizo la carrera más divertida, justo antes de afrontar, entre los kilómetros 10 y 12, la última dificultad, con una rampa final corta pero muy dura.


Así llegamos al segundo y último avituallamiento, que da paso a la carretera que enlaza con el tramo final de bajada hacia la línea de meta. Son unos 3 kilómetros de bajada sin dificultad que finalizan en un aeródromo y lo bordean hasta completar los 16 kilómetros. Añadir que pese al buen resultado obtenido acabé la carrera y la temporada con las fuerzas muy justitas. Tocaba descansar y comenzar una vacaciones muy esperadas. Eso sí, volveré pronto a por más. ¿Tenías dudas?