lunes, 24 de junio de 2013

Tri-Cross Las Encinas

Sábado 7:45: me levanto con mariposas en la tripa y cansado de dar vueltas en la cama, y es que llega la prueba por la que he estado entrenando tanto: el Tri-Cross Las Encinas.

Hace ya tiempo que tenía en mente hacer un triatlón y con mucha ilusión me inscribí en éste. Además se unieron otras razones como la cercanía a casa, lo asequible de las distancias y el relativo conocimiento del club donde se desarrolló la prueba.

Hace una mañana preciosa de sol y calor. Llego con tiempo de sobra, recojo el dorsal y me acerco a la zona de boxes para echar un primer vistazo al lago y al circuito. Es inevitable fijarse en los que hay alrededor: vaya bicis, vaya monos y vaya cuerpos. Tengo la sensación de estar en una prueba de mucho nivel.

Tras dejar todo el material en el box y un pequeño calentamiento me voy acercando a la zona de salida del lago. Hay 4 salidas con 2 minutos entre cada una. Salgo el la última, que es la de los debutantes.

SWIM: Me coloco en primera línea de la plataforma pero un poco lateral para no meterme en la vorágine del centro. Bocinazo de salida, salto al agua y cuando salgo….¡no puedo nadar! No sé qué me ocurre pero ni brazos ni piernas me funcionan, soy un bloque, una sola pieza sin articulaciones que trata de moverse de la mejor manera para ir avanzando. No entiendo nada. Los que salen detrás de mí siguen avanzando, algunos a costa mía, y yo que no avanzo y sigo sin poder nadar. Trago agua y empiezan a pasarme por la cabeza algunos malos pensamientos (sigo, no sigo, qué hago aquí, me vuelvo, grito, venga, son solo 700 metros, estoy preparado de sobra, tú sabes, ve poco a poco). Me noto el pulso altísimo y veo que ya soy uno de los últimos. Soy consciente de que la situación no es buena pero tengo que tomar una decisión porque la carrera está en marcha y decido seguir, cueste lo que cueste. Sin enterarme he avanzado ya unos 100 metros y me pongo manos a la obra hacia la primera boya. Consigo nadar algunos tramos ya mejor y poco a poco voy avanzando hasta que sin darme apenas cuenta llego a la parte final. Salgo del agua exhausto pero me reciben los ánimos de mi hermano y mis sobrinos que me empujan hacia boxes.

La transición la hago lenta para ir recuperando el resuello, me pongo mis cosas y salgo en bici para la segunda parte.

MTB: El recorrido de unos 14 kilómetros no demasiado técnico. Las pistas están muy secas, con mucho polvo y algunos tramos con arena y grava. Cada vez me voy encontrando mejor y más suelto de piernas, lo que aprovecho para ir recuperando algunos de los puestos que perdí en el agua. Hay algún tramo peligroso pero bien señalizado. Eso sí, para la próxima hay que avisar al pastor para que no haya sustos con las ovejas que pastan por allí. Y así llego de nuevo a boxes.

Esta transición ya es más normal, cambio de zapatillas, fuera casco, un trago de isotónico y a correr.

RUN: Son 2 vueltas a un circuito fácil, que comienza con ligera subida de asfalto. La dificultad está en el calor que empieza a apretar bastante. Por lo demás nada que reseñar salvo la sorpresa de mis sobrinos esperándome para entrar juntos en meta. Debe ser que notaron que iba desencajado.


Y aquí acaba la historia de mi primer triatlón, con un sabor agridulce por el mal trago en el agua (nunca mejor dicho) pero la satisfacción de haber llegado a meta y convertirme en un FINISHER.