Es muy evidente el auge que en los últimos años
está afecta ndo al deporte popular en
todos sus niveles y disciplinas, lo cual refleja, entre otras cosas, que cada
vez tenemos hábitos de vida más saludables.
Ésto, por sí mismo, sería una gran noticia si
no fuera porque esas competiciones que seguimos llamando populares tienen unos
condicionantes económicos añadidos que no siempre están al alcance de todo el
mundo. Y además cada vez aspiramos a mayores y más complicados retos porque
todo se nos queda “pequeño”. Claro, no es lo mismo una carrera popular urbana
de 10 kilómetros
que una de montaña de 93
kilómetros . No es lo mismo una travesía de natación de 6 kilómetros que un
triatlón olímpico. Según se hacen las pruebas más especializadas y
multidisciplinares se necesita una preparación diferente y un material más
específico.
Está claro que con unas zapatillas de gama
media y una equipación técnica de calidad normal se pueden afrontar infinidad
de pruebas pero aquí entra en juego nuestra ambición para aspirar a más cuando
empezamos a dominar (y aquí no me refiero a victorias o grandes proezas) esa
disciplina por la que comenzamos nuestra experiencia deportiva.
A todo eso hay que añadir las cuotas de
inscripción a dichas carreras, que antes ofrecían una buena “bolsa del
corredor” en forma de regalos como camisetas técnicas, productos energéticos,
etc., pero que hoy por hoy, seamos realistas, cada vez piden más y ofrecen
menos.
Supongo que los organizadores aprovechando el
tirón deportivo, y a sabiendas de que lograrán sus objetivos en cuanto al
número de inscripciones para sus eventos, están valorando un poquito menos otros
factores como la seguridad o la atención al corredor.
Pues personalmente ahora valoro más todos esos
detalles a la hora de inscribirme en una de esas carreras y es por ello que cada
vez soy más selectivo y he decidido decir a una tradición de 14 años: “Adiós, San Silvestre Vallecana”.
Parece que interesan más el número de inscripciones y la difusión en medios que
el propio corredor, y no hay que olvidar que sin corredor no hay carrera, ¿no
te parece?