Llevo muchos años en el mundo del deporte aficionado y
ese título no siempre significó lo mismo. Al principio era algo más vacío y se
ha ido llenando con la experiencia, he ido aprendiendo a darle un contenido en
base a mi evolución física y mental y a mi madurez.
Nunca destaqué en ninguno de los deportes en los que
participé aunque siempre fui un “catacaldos”. Comencé en el colegio con el
atletismo (velocidad y salto de longitud), balonmano, voleibol y, cómo no,
fútbol. Más tarde vino otro deporte que, sin tener nada que ver con todo lo
anterior, caló hondo en mí, hasta el punto que empecé a practicarlo con 11 años
y aún sigo en ello: el Judo. Los últimos deportes que se incorporaron a mi vida
fueron el baloncesto, el ciclismo y la natación. Así pues, he ido alternando y
simultaneando deportes a veces antagónicos que han condicionado y condicionan
mis planificaciones semanales. Hoy por hoy solo me dedico a correr, nadar y,
por supuesto, Judo. Además me toca incorporar la bicicleta de montaña para
completar el siguiente reto que tengo en mente: el triatlón cross.
Considero que mi actividad
física es fiel reflejo de mi actividad
vital y van inseparablemente en paralelo puesto que la una sin la otra pierden
todo el sentido.
Trabajo, familia y deporte son, por orden cronológico,
mis ocupaciones diarias de lunes a viernes
y poder compaginarlas es el secreto de mi éxito.
Aquí comienzan a ser públicas mis sensaciones y mis
progresos para alcanzar el objetivo, que no deja de ser otro que seguir
llegando a meta.