Siempre
había sido sencillo para mí pensar en una planificación para la temporada. Sencillamente
mi temporada deportiva siempre comenzaba en julio y acababa en mayo/junio y se
limitaba a algunas carrera de 10 kilómetros a partir de septiembre, culminando
con la San Silvestre
Vallecana en diciembre, a partir de enero centrarme en el
medio maratón y después algún duatlón.
Ahora que
tengo quien me dirige y planifica los entrenamientos y que ya conseguí bajar
mis mejores marcas en alguna de esas pruebas mencionadas, me planteo nuevos
retos y nuevas distancias aprovechando mi estado de forma.
En un
principio me propuse dar el salto a la montaña y alejarme un poco de las
pruebas de asfalto que tanto afecta n
a las articulaciones y, de hecho, tuve mis primeros contactos con algunos
entrenamientos de trail puro que me engancharon desde las primeras zancadas en
montaña, cosa fácil por otro lado puesto que ese contacto directo con la
naturaleza siempre me ha aportado un extra de motivación.
Después, por
algunos problemas de disponibilidad, he dejado la montaña en “stand by” -aunque siempre pensando en que caeré en sus redes a medio plazo para saldar una
deuda pendiente con alguna prueba de trail– y me he vuelto a centrar en mis
habituales entrenamientos para pruebas en ruta.
En fin,
son muchos años y muchos kilómetros recorridos, de valorarlo con sus pros y sus
contras, pero no quiero que en mi bagaje deportivo no aparezca una prueba a la
que tengo un gran respeto: el maratón.
Siempre he
albergado serias dudas sobre lo saludable de la distancia y eso me impedía
decidirme, pero acompañar a Mariano el pasado mes de abril en parte del
recorrido del maratón de Madrid fue la gota que colmó el vaso de mis
intenciones. Y allá voy. El próximo 26 de abril de 2015, si la naturaleza lo
permite, estaré a las 9:00 en la línea de salida.
Objetivo
(como no): llegar a meta.
Ya os
contaré!!